till Anita Mastling, en riktig lärare
Los que emigramos, dejamos la memoria atrás e intentamos mirar adelante. Mis primeros tiempos como expatriado fueron muy duros. Empezar de cero… Se dice muy fácil.
En enero de 1995 comencé la escuela en Handen, a una estación de Jordbro, el barrio donde vivía. Cuatro horas diarias de alivio. Cinco veces a la semana.
Iniciamos el curso con una profesora muy correcta. Enseñaba el sueco y por eso cobraba un sueldo. Como su sustituta por enfermedad llegó Silvia Nilsson, una bella siciliana. Toda una bocanada de aire fresco: divertida, humana, cálida, desprejuiciada, amiga.
Luego tropecé con la persona que me abrió los ojos a una belleza inesperada. La causante principal de mi amor por Estocolmo, Anita Mastling.
Todavía guardo el folleto de historia en español que me regaló hace diez y ocho años. Anita, una niña grande, apocada, pecosa y discreta, nos lo enseñó a leer en su lengua. Un día, casi temerosa de un no masivo, propuso llevarnos a un museo. El entusiasmo de los cubanos, la mayoría más escandalosa en el aula, triunfó. Y partimos de excursión.
En el Museo Histórico, Anita se comportó con un fervor escondido hasta ese momento. Frente a la maqueta de un asentamiento vikingo en Birka quiso explicar tantos detalles, que las palabras se le atropellaban. Habló de mitología con sus alumnos sentados dentro de la reproducción exacta de una choza comunal vikinga. Para los nórdicos de entonces, Freja era una diosa que montaba un carro tirado por gatos, los guerreros habitaban el Valhalla por toda la eternidad y Odin el tuerto fue padre de Thor. Lo contaba aquella encantadora mujercita pelirroja, con ojos hermosos y expresivos. Estábamos metidos en una máquina del tiempo, acomodados en bancos que servían de cama a los escandinavos de aquella época lejana. Panes redondos y planos como discos colgaban del techo, musgo vivo que calentaba el interior sobre la techumbre, una marmita humeaba en el centro, pieles en los asientos. Allí recitó de memoria reglas de convivencia, partes de una edda poética, el Hávamál.
Anita habla a la perfección el castellano, entre otros idiomas. Le apasionan la historia y el arte. Fue guía de turismo, pero nunca nos vió como a visitantes temporales. Con ternura y paciencia nos llevó a cuanto museo y lugar destacado existe en esta ciudad que habito. En cada sitio relataba anécdotas cautivadoras: picantes, sobre el bardo nacional Carl Michael Bellman, aventureras, acerca del trovador Evert Taube en la Habana, Perú y Argentina, no confirmadas, sobre la reina Cristina o el príncipe Eugen.
Anita Mastling nos hizo disfrutar los momentos juntos, borrar preocupaciones y descubrir un mundo más allá de los burócratas de Inmigración. Recuerdo sus enseñanzas palabra por palabra. Quería que aprendiéramos el idioma sueco. Comenzó por enamorarnos de esta bella ciudad desde la raíces de su historia. Al compartirla, ahuyentó el miedo y convirtió a Estocolmo en un lugar desde el que mirar adelante. Un espacio que sumar a la memoria. El uno que poner después del cero, para muchos de nosotros.
octubre 13, 2013 en 3:15 pm
Anita Mastling se puede sentir orgullosa de este post. Y de ti. A saber cuánta tristeza habrás vivido esos años y, sin embargo, aquí estás, recordando lo mejor de esa parte de tu vida. El dolor duele, pero también nos hace más fuertes. Y la gratitud. La gratitud engrandece.
Gracias a Anita por haberte enseñado a querer a un país que no te quería, pero que te hizo más libre.
Gracias a ti, por ser como eres y contarlo.
octubre 13, 2013 en 3:27 pm
Luddita mía de los Adcodcones: Te debo un montón de abrazos y otra pizza de camarones. Aquí o allá. Cuanto me alegra tener un comentario tuyo! Y tan positivo! Alegra el alma. Gracias a tí.
octubre 13, 2013 en 4:41 pm
Me quedé con ganas… Creo que deberías continuar con este tema, lleno de experiencias vividas en tus primeros años aquí. Muchos necesitamos de tu fuerza de vida.
octubre 13, 2013 en 4:56 pm
Solo tengo que decirte algo en buen cubano: !Te la comiste! Solo los que te acompañamos en esa aventura del inicio en la vida sueca podemos entenderte a plenitud. Has traspasado la frontera, como dirían los cubanos de USA, el crossover. Sin utilizar otro idioma has hecho que todos entendamos también algo de la vida sueca y no deja de ser parte de los recuerdos de un cincuentón.
octubre 13, 2013 en 5:52 pm
Gracias, Osmín.Claro que tengo mucho que contar de esta ciudad, que adoro. Veinte años en Estocolmo, me han traído muchas cosas lindas. Incluso pasiones después de la cincuentena, algo que creía imposible. Me alegra que hayas podido entrar. Cuándo comienzas tu blog? Seré tu primer seguidor…
octubre 13, 2013 en 6:21 pm
Treinticuatro años en Cuba y veinte aquí. El principio, como todos los inicios, estuvo cosido en tela gris con pespuntes negros, pero hace rato que los colores cambiaron.
Encontré lo que venía buscando? Creo que sí.
Gracias a unos cuantos ángeles de la guardia, como tú.
Mucha gallina barata tuvimos que comer con macarrones… no las ablandaba ni la olla de presión. Y no nos quejábamos.
Es bueno acordarse de eso de vez en cuando. Para que nuestras cenitas actuales con amigos y manjares y vinos exquisitos sepan mejor.
Y si hay que comer gallina dura otra vez: bienvenida sea.
Un abrazo y gracias por apoyarme siempre.
octubre 13, 2013 en 6:29 pm
Súper bonito, yo creo que la mayoría hemos tenido la suerte de recibir clases de sueco de personas apasionadas por este idioma y que nos han dejado una huella para toda la vida.
octubre 13, 2013 en 6:48 pm
Creo que lo principal para adaptarse a un país es aprender su idioma. Si tenemos la suerte de tener buenos maestros que tambien nos enseñen las cosas que hacen querible el lugar, no los podemos olvidar.
Es fácil enamorarse de Estocolmo. Muchos factores la convierten en una ciudad entrañable, pero toma tiempo descubrirlos. Anita nos los enseñó todos, mientras en clase nos hablaba de historia y tradiciones.
No me olvido que el día de la foto fue Våffeldagen, 25 de marzo. La explicación que nos dio, mientras los hacía, jamás se me olvidará…
Y gracias otra vez, Niña.
octubre 13, 2013 en 8:46 pm
Los buenos maestros no se olvidan nunca, son algo más que maestros, y más en unas circunstancias como las que cuentas. Ahora, por lo que leo y veo ya eres un veneciano del norte más. Algún día habrá que preguntarle también a Estocolmo que te debe a tí y a otros que como tú se fueron para allá. Saludos.
octubre 14, 2013 en 12:25 am
Estocolmo me atrapó en sus redes. Debe ser la presencia del agua , su limpieza y sus misterios. Pero Anita y otras maestras nos abrieron la puerta, eterno agradecimiento a ellas.
Otros no nos querían y aún no nos quieren aquí. A esas personas no se les escucha.
Este país y esta sociedad han cambiado mucho en estas dos décadas. Ya contaré sobre eso, desde mi óptica.
Y dices bien: algún día Estocolmo hablará sobre los que llegamos de lejos y nos quedamos.
Un fuerte abrazo, desde la Venecia del norte,
octubre 14, 2013 en 8:34 am
TACK, Ernesto. Jag är rörd till tårar av att läsa din blogg och kan inte finna orden på spanska för att uttrycka de känslor som dina ord framkallar.
Sabes, que lo que tu ves en otra persona lo tienes tu igualmente?
Eres una persona estupenda, y es por eso que te hice mi «vikarie», en nuestra clase de latinos en la escuela de Gullmarsplan.
octubre 14, 2013 en 9:02 am
Anita: Alla kubaner som har varit dina elever älskar dig. Tack för komplimangen. Du var som en mor för många av oss. Tack för det, igen.
octubre 14, 2013 en 7:47 pm
¡Muy lindo, la verdad! Muchas cosas pasan al olvido, pero nunca las memorias de un buen maestro.
octubre 15, 2013 en 5:23 am
Gracias Ale:
Anita es de esas maestras, como tú, que deja una huella en sus alumnos para siempre. Lo que nos enseñan bien enseñado y quién no los enseña, se quedan en nosotros de por vida.
octubre 15, 2013 en 8:27 pm
Hola! ¡Pero qué placer el tuyo de llevarme a páginas tan entrañables de la vida como el danzón, Acerina y ahora Estocolmo! Det är underbart! (y es casi todo el sueco que recuerdo) En verdad Suecia es un país inolvidable, bello, al cual también debo mucho. Gracias mil, pero ya no atormentes tanto. Un abrazo, Luis
octubre 16, 2013 en 2:02 am
Tack, Luis! Y yo que pensaba hacer un recuento detallado de mis lugares preferidos de Estocolmo en varios post, de vez en cuando. Mejor no torturarte… 🙂 Me voy de viaje el lunes y dejaré unas entradas ligeritas hasta mi regreso dentro de tres semanas. No te preocupes. Un abrazo!
octubre 16, 2013 en 6:39 am
Bien contado y mejor escrito, con mucha limpieza. Qué fácil hace este blog lo que es tan difícil de de encontrar, las palabras claras y calmas, como guijarro en arroyuelo. Enhorabuena y gracias!
octubre 16, 2013 en 2:31 pm
El placer que me da leer tus cosas y ahora tambien tus comentarios, Gracias a tí.
octubre 16, 2013 en 9:32 pm
Que lindo. Y lo que dice Anita…
Lo que bien se aprende no se olvida… Como ella son las personas que nos ayudaron en lo que podían.
Siempre estarán en nuestras mentes. Que tiempos aquellos.
@
octubre 17, 2013 en 3:10 am
Fueron malos tiempos Alfre. Sufrimos juntos las amenazas, el peligro de deportación, presente hasta en la escuela misma, la paranoia que traíamos, las separaciones, el ajuste a una manera de pensar y actuar de una manera muy distinta a la nuestra…
Pero: ya ves, encontramos muchos ángeles como Anita. Siempre los hay, para balancear la vida y romper prejuicios.
Gracias amigo
octubre 17, 2013 en 6:35 am
Awesome ! Very Beautiful.
octubre 17, 2013 en 7:32 am
Thanks! Hope you understood everything… 🙂
octubre 20, 2013 en 12:26 am
Encontrar tu sitio en tierra extraña es complicado y meritorio. Si lo has conseguido con ayuda o sin ella…..Felicidades
octubre 20, 2013 en 11:17 am
Amigo Plared:
Tú tienes experiencia en eso, aunque en aquella islita creo que es fácil «aplatanarse».
Existen muchas leyendas sobre Suecia, que al fin y al cabo, se parece más a la de Milleniun de Stieg Larsson que a la propagandística de Olof Palme. Mercaderes y no políticos, ya sabes.
Lo cierto es que amo este país.
Gracias por las felicitaciones. Me voy esta noche a Cuba, por tres semanas. Vendré cargado de anécdotas que contar.
Saludos desde el Caribe.
octubre 20, 2013 en 11:46 pm
Pues pasatelo bien alli ya contaras que tal. En febrero espero poder ir yo…. Por cierto hay un hotel bastante nuevo en la habana …El terral que merece la pena verlo. Cuidate
octubre 27, 2013 en 2:34 pm
Que tengas un buen viaje de regreso a la patria natal. A mi me dijeron una vez que el que tiene un solo reloj, siempre sabe que hora es. El que tiene mas de uno, ya nunca podra estar seguro. Pero en este mundo loco en que vivimos, quien dice que haya que estar seguro de que hora es?
Yo tambien tengo dos relojes, a los dos los quiero mucho pero a uno lo tengo siempre lejos. A veces, se extrania. Que daria por tener acceso a alguien como Scotty que me teleportara aunque sea una vez por mes.
abril 6, 2014 en 5:04 pm
Se ve que hay sinceridad en todo lo que escribes, lo cual es muy de agradecer. By the way, tengo muy buenos recuerdos de cuando viajé a Estocolmo