DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA

Bitácora nostálgica, de un cubano que vive hace más de dos décadas en Suecia

Antes y después

30 comentarios

 

antes

Quizás ahora que murió Ingvar, la tante Kerstin quita la maldita mesa de abajo de la ventana. —Supuso Jörgen, el portero de mi edificio. Olía, como siempre, a sudor rancio y tabaco. No soltaba la escoba. La entrada estaba llena de hojas muertas. Se esforzaba sacándolas de abajo de una mesita gris, repleta de plantas. Ingvar fue carpintero toda su vida. Cuando se pensionó, él y unos amigos alquilaron el local del sótano. Compraron viejas máquinas de taller. Los vejetes no tenían nada más en que entretenerse. Ya se han ido muriendo todos. Ingvar fue el último en estirar la pata. Habrá que alquilar un camión para botar todas esas herramientas inútiles.

¿Y qué tenía que ver Ingvar con Kerstin?

Ellos fueron de los primeros en mudarse a este edificio cuando se construyó en los años cincuenta. Hace un buen tiempo que se quedaron los dos viudos. El carpintero empezó a tirarle los tejos a la bruja, al saberla sola. El primer mueble que hizo fue este y se lo regaló a Kerstin. Ella no lo aceptó. Decía que su esposo era el único hombre en su vida y no pensaba cambiar eso a su edad.

Ingvar había colocado el obsequio al lado de la puerta de entrada, así Kerstin recordaría la prueba de su rechazo todos los días. La señora nunca metió la mesita en su apartamento, pero allí mismo la llenó de macetas con plantas de violetas, begonias y helechos. Me pregunto si cedió de alguna manera. Ella exhibía una dulzura a prueba de tormentas de nieve, soledad y tinieblas. No la recuerdo vestida de oscuro, sin los labios pintados de discreto rosa o con la mirada baja. Él siempre tenía una frase amable siguiendo al saludo. Habrían hecho una preciosa pareja.

Meses después de aquella conversación llegué al edificio y no encontré las flores. Con tanta nieve afuera, me alegraban vista y olfato. «Al final Jörgen convenció a Kerstin que la mesa era un peligro de incendio.» pensé, contrariado. En eso salió una vecina del ascensor con el rostro triste.

Estuvimos dos días sin ver a Kerstin, tocaba su puerta y nadie respondía. Vino la policía, entraron y la encontraron. Un infarto…

No hizo falta que contara más. Miré al rincón dónde habían estado las plantas. La vecina hizo lo mismo.

Jörgen botó la mesita esta misma mañana.

Cuando se fue la mujer me metí en el cuarto de la basura. Allí estaba la consola, patas arriba en un container. El portero la había tirado encima de las macetas, no había sobrevivido ninguna planta. Saqué el mueble y lo subí a casa.

El fin de semana pasado cepillé, encolé y reparé la prueba de amor de Ingvar a Kerstin. El agua con que la anciana había regado sus flores durante años, había terminado por dañar y arquear la madera. La pinté y la puse en una esquina de la sala.

El viejo carpintero no escribiría poemas ni compondría canciones, pero mi pared fea se transformó con su mesa gracias a lo que sintió el viudo por Kerstin. Y a la insensibilidad de Jörgen.

después

 

Autor: ernán dezá

Me las doy de aprendiz de curioso con ambición de croniquista. Ya voy viviendo mi sexta década, parte en Cuba, parte en Suecia. Tengo algunas cosas que contar y otras que mejor no cuento.

30 pensamientos en “Antes y después

  1. Muchos objetos, independientemente de la historia que va unida a ellos, merecen esa segunda oportunidad que tú has ofrecido a ese mueble. Y muy bien que ha quedado en clarito para esas chucherías de encima.

    Y Audrey…

  2. Una prueba de amor discreto, a mitad de camino; Ingvar puso su amor artesano y Kerstin, las flores, prueba de que el amor no se marchita. Y esa prueba tuvo la suerte de cruzarse contigo.
    Un abrazo

  3. Segundas y terceras… Nada como reciclar con ganas y en clarito, para aprovechar y llenarlo todo de chucherías. Y Audrey para iluminarlo todo.
    Olvidé contar que la diosa de la Misericordia, sin su manito, la lámpara sin pantalla y los dos tomos de «Leyendas de todo el mundo», en sueco, también salieron de la basura.
    Gracias!

  4. Un rinconcito divino! Pero el de Kerstin también parece parte de la escenografía de una peli sesentera. Sin lugar a dudas, a veces segundas partes son magníficas.

  5. Claro que sí, doña Emma. Al amor solo hace falta atenderlo con cariño y vuelve a estar como nuevo. Es algo que basta con sentir una vez, si tenemos la suerte de poderlo apreciar más veces, afortunados somos.
    Un abrazo veraniego y muchas gracias.

  6. Luddita mía de los Adcodcones:
    Qué maravilla tenerte por aquí! Aunque estuviste presente en el parto e impulsaste como siempre. Soy un privilegiado de tenerlos, a Gregorio, a Denis y a tí! Nada soy sin ustedes. 🙂

  7. Los objetos contienen más sentimientos que muchos de sus dueños pues, con el paso del tiempo, esos objetos, se van impregnando en su interior de parte de la vida de los que los poseyeron. Se llenan de alma y sienten… y trasmiten sentimiento.
    Gran trabajo de restauración, seguro que estarán contentos los dos.

    Saludos.

  8. De acuerdo contigo, Juan Ignacio. Por eso me gustan tanto los objetos viejos. Cuántas pasiones, cuántas alegrías y decepciones en ellos? Cuánta ternura puede haber en un viejo abridor de cartas, cuánta ilusión en un marcador de libros? Cuántas historias nos pueden sugerir en una larga noche de invierno?
    Saludos.

  9. Qué apropiado que Audrey Hepburn presida esta pequeña muestra de amor.

  10. Audrey estuvo durmiendo a la derecha de mi cama. Afortunado que soy. Aunque no la veía al despertarme pues daba a la cabecera.
    Creo que está en mejor lugar ahora.
    Los decoradores dicen que Dios está en las cosas grandes, el Diablo en los detalles. Blanco con toques de rojo y negro para hacer resaltar. La Hepburn con su belleza atemporal, para aliviarme el invierno cuando llegue.
    Gracias, amigo Eduardo.

  11. Que encanto de narración. Que buen homenaje. Has salvado el único testimonio de un amor de esos que esperan encontrarse en la otra vida.

  12. Recuerdo a Kerstin orgullosa cuando florecían sus plantas. «Gröna fingrar» (dedos verdes), así le dicen a los que tienen buenas manos para las plantas en este país. Un día me vio llegando a casa con una de mis orquídeas recién compradas y me aconsejó como tratarla. Me hice el asombrado, aunque en la florería dónde la adquirí habían hecho la misma explicación.
    Los abuelos de Kerstin eran alemanes y ella contaba cosas muy tristes sobre ellos y su adaptación a Suecia. Toda una señora.
    Muchas gracias, Andrea. Lo encantador es tenerte por aquí.

  13. Me ha gustado la historia y me gusta ese pequeño altar y Audrey, claro. Abrazotes

  14. Tengo la casa llena de afiches de cine, Manolito. Mis amigos dicen que parece la Cinemateca.
    El cine fue mi primer amor.
    Mi madre dice que era un niño muy intranquilo, pero que si me ponían frente a la tele me tranquilizaba solamente con las películas. Sigue siendo igual. Y no las discrimino: me da lo mismo «Transformers 4» que «El rostro» de Bergman. Nunca sería un buen crítico. 🙂
    Gracias y abrazotes.

  15. Mi amigo, he estado ausente, pero no podía volver a salir en polvorosa sin leerte y dejarte un mensaje. Me ha encantado cómo has dejado la consola. Qué señor tan falto de corazón tienes por portero. Así hay tanta gente en el mundo. Tú, en cambio, tienes además un gusto excelente.

  16. me gusto mucho ésta entrada, estuvo entretenida.

  17. Me emocionó lo que hiciste. Tantas veces encuentro en las casas a re faccionar pequeños objetos o muebles como el que describís desvencijados… y al borde del volquete. Y lograr hacer entender que el rescate es valioso, que el objeto está cargado de energías de su propia historia, que rescatarlos es terapéutico porque estamos rescatando de alguna manera el Pasado y dándole un valor de referencia en el Presente. Como metáforas a través del bricolaje o la arquitectura. Una de las personas que comentaba hablaba de tener un testimonio impregnado del Amor posible entre dos. Muy bello!

  18. Erni, leyendo tu crónica te escribo para contarte que hace dos días soñé contigo (que yo recuerdo, creo es la primera vez que lo hago) y este artículo me recordó parte del sueño que ya se iba olvidando…
    Tú y yo en La Habana, habias escrito un guion (no recuerdo si de teatro o de cine???) y habíamos ido a ponerlo en escena. Estábamos junto a otros amigos y mucha gente, en la esquina del Yara, y mirábamos como tu obra era proyectada sobre la pared lateral del Habana Libre (como muchas veces hicieron con las comedias silentes de Charles Chaplin) que da para 23, y estabamos comentando y hablando sobre la misma…y ya no recuerdo más…
    Creo que este podría ser un buen guión para teatro o para cine, deberiamos ponernos a trabajar ya para hacerlo realidad, no crees? Quizás la parte difícil sea ponerlo en obra en La Habana y proyectarlo en la pared del Habana Libre, pero por qué no? Solo es imposible lo que no intentamos…Bendiciones.

  19. Magelita linda! Te extrañaba muchísimo. Pensé que estabas enredada con la tesis. Dáme buenas noticias!
    El portero es un cómico. Tienes sus días angelicales, aunque no parezca…
    Gracias, te visito ahora mismo!

  20. Muchas gracias Yorvis, por ahí nos vemos…

  21. Adoro reciclar, Liliana. Prefiero un mueble rescatado con alma, que uno de IKEA sin ella.
    Y tu comentario me ha tocado el alma… Muchas gracias

  22. Te respondo en privado, aunque estoy seguro que la pasaría muy bien escribiendo algo a cuatro manos contigo. Supondrás que ya es hora de reescribir la Saga Diamantina. He dejado descansar la primera versión más de un año. A atacar la segunda!

  23. Jajaja pues vas a tener que contarnos también alguna de sus facetas angelicales, para no quedarnos con el cascarrabias que hay en él. Ya me imagino yo conozco unos cuantos personajes como ese que al final son más buenos que un pan. Más que tesis estaba enredada con trabajo. Para bien más que para mal, la tesis a buen recaudo mientras sea necesario, seguro me entiendes.

  24. Gracias Vero! Espero estés disfrutando de verano y festival en ese valle que me da tantos deseos de conocer. Sin olvidar bañarme en el río Mijares. 🙂

  25. Lo mismo digo, que disfrutes el verano y cuando pegues un saltito para estos lados, el Mijares, el valle y yo te estaremos esperando

  26. Los objetos con el paso del tiempo atesoran historias. Que callan en su silencio, pero que cuando menos lo esperamos una mirada perdida hacia ese mueble que nunca dimos importancia. Hacia esa jarra que nos regalo alguien un dia…….Nos hace recordar y quizas….perdernos en lo que fue o pudo ser.

    Y hombre, el yara, creo que precisamente la elección de ese cine en un comentario anterior…No es ni mucho menos casual. Siempre fui un poco cabroncete si es lo que estas pensando……. A cuidarse

  27. Imagínate que recuerdo el momento exacto en que le cambiaron el nombre de Radiocentro a Yara. Íbamos en pandilla a ver al Ulises de Mario Bava con Kirk Douglas y la Mangano. Yo tendría unos doce años y cuando llegamos habían substituido el letrero lumínico de la noche a la mañana. Lo de Yara todavía no me gusta. 🙂
    Lo «que estás pensando» me llegó a asustar cuando estuve allí en noviembre pasado. Me sentí atacado, una multitud y todos con el mismo propósito. Atravesaba por allí con un primo mío, después de un concierto y me acribillaron a piropos, ambos sexos. No sé como hacen para descubrir que uno vive «afuera» y que puede tener «guaniquiqui». 🙂
    Ahora, a darte las gracias y a irme a trabajar. Saludos.

  28. Me ha encantado esta entrada. Hay algo mágico en la resurrección de los objetos. Me fascinan estos cambios. Nada muere, todo se transforma. Pero hace falta un poco de ternura, como la que has puesto.

  29. Te reirás: A veces me siento frente a la mesita y me pregunto que habría sido de ella. Le he prorrogado la belleza por al menos diez años y eso me hace feliz.
    Además de que me recuerda lo corta que es la vida terrenal y que debemos vivirla con intensidad, pero eso es filosofía barata.
    Gracias por el comentario y un buen día de domingo.

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