DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA

Bitácora nostálgica, de un cubano que vive hace más de dos décadas en Suecia

Una tarde en el desván

65 comentarios

un capitán de quince años

Regresé hace tres días de Cuba. Todavía mi cabeza anda loca, mas tengo bien claro un encuentro especial.

Quince años atrás los techos de nuestra casa, construida en 1902, se llenaron de goteras. Mi padre empacó centenares de volúmenes para protegerlos antes de reparar las filtraciones. No todos volvieron a sus estantes. Dos de mis novelas favoritas: Las honradas y Las impuras de Miguel de Carrión, estarían dentro de alguna de las diez o doce grandes cajas de cartón apiladas en el cuarto de desahogo. Quise subir a buscarlas el primer sábado de mi estancia.

Recordé mis viejas ediciones de Verne, Salgari y Dumas, me pareció lógico regalarlas a Jorge, el más joven de mis parientes, ya quinceañero y buen lector. No quería que mi colección continuase acumulando polvo. Pedí su ayuda y la de su hermano mayor, Javier. Me fue fácil encontrar lo que buscaba, algunos títulos hallados antes me impidieron parar.

¡Tres titanes de Emil Ludwig! Miguel Ángel, Rembrandt y Beethoven. Hay mucho que aprender de ese trío. Ya tendrás tiempo de leerlos, ponlo también en tu montón. Dije a Jorge.

Quizás me educaron mal; pero para mis abuelos los verdaderos ejemplos a seguir no eran los héroes, imaginarios o reales, de batallas y conquistas, sino los artistas, inventores y científicos, esos que parafraseando a José Martí, construyen, no los que destruyen y matan. No recuerdo en que momento de mi adolescencia pasé de Un capitán de quince años de Jules Verne, La cabaña del tío Tom de Harriet Beecher Stowe o Tom Sawyer de Mark Twain, a las biografías de hombres o mujeres admirables. Comenzaron a resultarme igual de interesantes que las narraciones de capa y espada.

En medio de nuestra búsqueda llegó mi amigo Onelio. Mi viejo le había explicado qué estábamos haciendo y subió. También quería participar en la repartición de mis bienes.

Si encuentro La feria de las vanidades de Thackeray o La barraca de Vicente Blasco Ibáñez, son míos. Dijo Onelio por saludo, arrancándome de las manos un ejemplar de El dios de la lluvia llora sobre México, de László Passuth, dandósela a Javier— Esta es la mejor novela histórica que he leído. Tienes que ojearla, al menos.

Lo miré serio. Nos conocemos desde los siete años y no hace falta hablarnos para entender nuestros estados de ánimo.

¿Qué te pasa, gordo? A la edad de Jorgito nos habíamos leído Nuestra señora de París y Los miserables de Victor Hugo, El retrato de Dorian Gray de Wilde, todo Poe… a la de Javier: Sinuhé el egipcio de Mika Waltari y Los sufrimientos del joven Werther de Goethe. Ya estos dos están para enredarse con cosas como esas.

el joven werther

Asentí. A nuestro inseparable Llamazares, a Onelio, a mi prima María, la madre de Javier y Jorge y a mí, la lectura nos enloquecía. De las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer a Corazón de Edmundo de Amicis hasta El maestro y Margarita de Bulgakov o Los episodios nacionales de Pérez Galdós, todo nos parecía bien.

El montón destinado a Javier y Jorgito iba creciendo, Dashiell Hammet, Jardiel Poncela, Alphonse Daudet, Alejo Carpentier, E.T.A. Hoffman, Onelio Jorge Cardoso, Anatole France, Valle Inclán, Tolstoy, Giuseppe de Lampedusa… Onelio y yo fuimos haciendo nuestra columna de ejemplares, aparte.

Mi viejo amigo se fue poniendo serio y callado. Desde muy jóvenes teníamos un buen grupo, aglutinado alrededor de él. Hemos perdido el contacto con la mayoría. Ahora andan regados por el mundo, viven en Miami, México, Argentina, España o Brasil.

Sabes en quiénes estoy pensando. Compartíamos siempre nuestros descubrimientos. No era solo el placer de la lectura, era como una competencia para encontrar un nuevo escritor o una historia de esas que lo marcan a uno… ¿A que no te acuerdas que Llamazares y yo leímos primero Crimen y castigo? Como fuiste siempre el menos acompleja’o de los tres, al terminarla confesaste que habías tenido las fiebres de Raskolnikov, al leer la parte de los remordimientos. Tanto te metiste en el argumento. A nosotros dos nos había pasado lo mismo y no lo habíamos dicho. Dostoievsky es algo muy fuerte y éramos tres adolescentes impresionables. Algo parecido nos pasó mucho antes con H. P. Lovecraft, era la locura de Llamazares. Podía estar comentando Lo innombrable por horas.

No era ese el que lo arrebataba. Era La declaración de Randolph Carter. ¡Imbécil! Warren está MUERTO!

Ese mismo era. El mejor final de un cuento de misterio que se ha escrito. ¡Coño, que memoria tienes!

A mi me asustaba más Otra vuelta de tuerca de Henry James o Rebeca de Daphne du Maurier.

No diferenciábamos literatura femenina de masculina, María nos abrió el camino de Jane Austen, las hermanas Brontë y los cuentos de Colette y Katherine Mansfield.

¡Esos eran cuentos de verdad! Es una lástima que casi no le den importancia a la cuentística ahora. Saki, Guy de Maupassant, Ray Bradbury, Chéjov, Borges, O’Henry… ¿Y cuándo nos dio por Thomas Mann, Erich María Remarque o Herman Hesse? Nuestra etapa existencialista alemana.

—Y la manera que gozábamos la picaresca española. Cómo reimos con La vida del buscón de Quevedo o El lazarillo de Tormes. Sin olvidar los pícaros cubanos :Juan Quinquin en Pueblo Mocho o Wampampiro Timbereta de Samuel Feijoó.

Me dí cuenta que toda la conversación desde la llegada de mi amigo tenía ese tono a lo Huckleberry Fynn, como si de repente tuviéramos la misma edad de los hijos de María. La máquina del tiempo nos estaba escuchando, acomodada en la montañita que se llevarían Jorge y Javier. ¿Habríamos viajado en ella cómo pretendió H.G. Wells? Onelio no me parecía ya un hombre de pelo gris, buen padre y mejor abuelo, sino aquél compañero de lecturas y aventuras cuándo todo nos parecía sorprendente y maravilloso. Cuándo nos perseguíamos poniéndonos traspiés por el parque Manila para sacar primero de su biblioteca alguna de Las aventuras de Tin Tín.

Creo que el sintió lo mismo que yo. Por cada buen libro que encontrábamos le endilgaba un discursito a mis parientes para embullarlos a leerlo. Los muchachos comenzaron a mirarnos como a dos viejos locos, aunque se dejaron llevar por nuestros consejos. Alguna pasión debimos haberle transmitido.

Terminamos cubiertos de polvo. A mi regreso cargué con casi veinte kilos de tesoros en blanco y negro. Mi maleta los trajo a rellenar estantes de IKEA.

De entre más de dos semanas de emociones caóticas, mi primer pensamiento es para el reencuentro con mis viejos libros. Es que ya se confunden con los amigos de la infancia o la adolescencia. ¿Alzheimer? No. Solo son cosas que pasan después de vivir la media rueda.

el gatopardo

Autor: ernán dezá

Me las doy de aprendiz de curioso con ambición de croniquista. Ya voy viviendo mi sexta década, parte en Cuba, parte en Suecia. Tengo algunas cosas que contar y otras que mejor no cuento.

65 pensamientos en “Una tarde en el desván

  1. Qué entradón. Menudo cúmulo de emociones literarias.

  2. Gracias Josep. Es mi manera de recomendar clásicos olvidados a los más jóvenes que yo, que ya es casi todo el mundo… 🙂

  3. Sencillamente perfecta esta entrada… Me ha encantado! Gracias 🙂

  4. Completamente de acuerdo con el comentario de más arriba, una entrada increíble y un rescate providencial. Las recomendaciones literarias no pueden ser mejores, pero adornadas como lo has hecho tienen aún más valor. Saludos.

  5. Increíble. Menuda cantidad de libros y de recuerdos!! Yo estoy en plena mudanza de libros y también me entran ganas de leer algunos, y siempre me vienen a la cabeza recuerdos asociados a cada uno de ellos

  6. Pasar, traspasar libros, de mis manos a las tuyas, intergeneracional,¡qué bonita herencia!
    Gracias, preciosa entrada.

  7. Una entrada maravillosa, Ernán. Es sorprendente la calidad de los libros que te acompañaron durante tu adolescencia y que te acompañarán para siempre (eso es lo bueno de la literatura).

  8. Tu crónica de la búsqueda en las sempiternas cajas de cartón (cuando se trata de guardar libros), me ha emocionado casi tanto como las fotos que la ilustran, esas tapas de libros leídos y releídos, el sentido de tener, tocar, sentir entre las manos algo precioso, joyas inigualables…, aunque en otros formatos las palabras sean las mismas, para mí nunca será lo mismo.

  9. Excelente. Viajar en el tiempo, cada incursión al rincón olvidado de la biblioteca.

    Siempre hay un texto con dos historias, la versión del autor y la versión mía.

    Como siempre una lectura rejuvenecedora la tuya.

  10. Me has trasladado en el tiempo con algunos ejemplares, recuerdo el terror al leer a Lovecraft antes de dormir, el descubrimiento de Borges, Mario Puzo y El padrino, los clásicos de Emilio Salgari que aún hoy recordamos con mi amiga Adriana, la compulsión por García Márquez y la emoción por El lobo estepario…Cada libro es una pequeña historia de nuestra vida, gracias por este post.

  11. Un capitan de 15 años y el corsario negro. Esos son los libros de encuadernación parecida a la que muestras…Que conservo en mi biblioteca como recuerdos de una niñez ya lejana.

    El gatopardo también anda por ahí, aunque ya en una presentación mas decente, sin el encanto de estas que huelen a puesto de libros usados. Junto a cada hombre en su noche de Julien Green, los dos libros que mas me fascinaron en mi adolescencia o primera juventud.

    En fin, volviendo a de donde tu regresas. Recuerdo la feria que se hacia todo los jueves en torno a la plaza de armas. Cientos de libros, algunas joyas absolutas a la venta por unos cuantos pesos. Verdaderas perlas encontré yo allí.

    Incluso, la discográfica completa( mas de cien discos de gramofono de Carusso callas… Y algunas todavía mas antiguas en fonografo. Aparatos que también compre en esa isla antes de que se convirtiera en un nido de piratas. Cuidate

  12. Desde el Tigre de la Malasia hasta las aventuras junto a Huckleberry Finn, desde Argentina recorrimos infancias parecidas… esa globalización era genuina… Te faltó
    Los Crímenes de la Rue Morgue y hubiera empezado a temblar como entonces!!! jajaja

  13. No hay mayor nostalgia que la que causa un libro viejo.

  14. Preciosa entrada.

    Te he nominado para el PREMIO DARDOS
    
Puedes revisar mi entrada en

    http://techocolatecafe.wordpress.com/2014/10/06/premio-dardos/

    Un saludo

  15. …Cómo me gustan los libros viejos, con todo ese sabor a antaño, a tiempos ajenos a estos, a olores de cuando era pequeño… Me gustan esos libros, me parecen eternos…
    Buena entrada.
    Un abrazo

  16. gracias por compartir tan generosamente este amor por los libros

  17. Muy motivadora entrada para la lectura.
    Se agradece mucho el bonche de títulos que nos ha regalado,
    para tomar nota y poder experimentar algunas emociones a
    través de historias y cuentos, provengan de la época de que se trate; el
    hombre en esencia es el mismo, las inquietudes y aspiraciones
    de antaño son tan validas como las de ahora y valen para refrescarnos
    con ellas.
    Un abrazo agradecido.

  18. Gracias a tí. Paula? En esa entrada (Miradas al espejo) que tanto me ha gustado te llamas así a tí misma… O es un personaje inventado? La curiosidad mató al gato.
    Un beso, de todas formas y a luchar, que todos tenemos un Everest que escalar.

  19. Mezcla ficcion y realidad, pero no soy Paula 🙂

  20. Gracias, Raúl. Era lo que quedaba en el trastero, ya había traído lo mejor… 🙂
    Le sumaría muchos títulos que descubrí al alcanzar la madurez: García Marquez, Isabel Allende, Charles Bukovski, J. D. Salinger, Umberto Ecco, D.H. Lawrence, Marguerite Yourcenar, Lawrence Durrel, Carlos Ruiz Safón y muchos otros. De eso hablaremos después.
    Un abrazo y gracias por incluir en tu maravilloso blog a Bebo y Cigala en esas «Lágrimas negras» tan cubana y tan andaluz, como debe ser.

  21. Nos deteníamos en casi cada libro y la mayoría tenía una anécdota, o algo que apuntar. Una tarde deliciosa, acompañada de un refrescante batido de mamey hecho por mi madre.
    Gracias, los libros son parte de nosotros, queramos o no y mejor cuándo sus páginas amarillean más. Saludos!

  22. José Antonio:
    Dos o tres días después Onelio y yo nos topamos con otra amiga de la infancia, ahora maestra de literatura. Comentamos la suerte de haber tenido los porfesores tan fantásticos que tuvimos en el preuniversitario. Ellos ahondaron nuestro amor por los libros de una manera sorprendente. Ya lo contaré en un próximo post.
    Recuerdo en «La máquina del tiempo» de H. G. Wells el alivio del protagonista al encontrar libros en el lejano futuro. Espero que nunca nos dejen, espero que los hijos de mi prima los regalen a otras generaciones con el mismo cariño que lo hice yo. No podría traerlos todos a mi nuevo país, donde por cierto, es muy difícil conseguir literatura decente en castellano.
    Gracias, humildemente, gracias.

  23. La abuela y la tía de Onelio trabajaron siempre como tabaqueras en H. Uppman. Seguíamos las recomendaciones de ellas y del lector de tabaquería de aquella fábrica, Además de la influencia de mi familia y de algunos buenos profesores que tuvimos.
    gracias, Eduardo, te debo unas cuantas visitas a tu excelente blog. ya recuperaré el tiempo y esta locura por las seis horas de diferencia perdidas en el viaje.
    Saludos otoñales.

  24. Quedarse dormidos tantas veces con esos libros en la mano, soñando a veces con sus personajes. leer y releerlos, comentarlos, recomendarlos y prestarlos… Es curiosa la costumbre de compartir libros entre amigos, vecinos y familiares que se mantiene entre cubanos. Supongo que suceda en el resto del mundo…
    Me hace sentir bien tu emoción, es compartida por muchos y eso es muy bueno.
    Un abrazo!

  25. Gracias Jagxs, pensé en tí, tus hijas y sobrinos al escribirla, aunque no lo creas.
    Eso sucede en todo el mundo, queremos transmitir a las nuevas generaciones nuestros placeres y descubrimientos. Luego los dejaremos hacer los suyos propios como nosotros hicimos los nuestros.
    Después de mi madurez he descubierto un mundo de «otra literatura» pero sin la base de los clásicos hubiera sido difícil metabolizarla.
    Bien por tí y un abrazo.

  26. Gracias, Bella. De Lovecraft a Hesse, pasando por Puzo y García Márquez. Gustos muy parecidos…
    Buen gusto? 🙂
    Enhorabuena por tu premio y un saludo desde este pedazo de Polo Norte.

  27. Gracias por hacernos partícipes de tus gustos. Se que muchos de quienes te leemos compartimos la misma afición por las letras.
    Como siempre será un placer leerte.

  28. Estuve Plared, hace una semana en la Plaza de Armas, un nido de piratas dentro de otro nido de piratas, vendiendo panfletos de como convertirse en piratas. 🙂
    Compartimos lecturas y películas, por casualidd o por generación.
    Esas maravillas de discos en 78rmp! Tienen el mismo encanto de los libros de páginas amarillas con hoyitos de polillas, que hay que manejar con cuidado para que no se deshagan en la mano.
    Un fuerte apretón de manos y a cuidar las memorias.

  29. Te reirás, Ernesto. Puse «todo Poe» pues iba a mencionar «Los crímenes de la calle Morgue», pero pensé que no podía dejar afuera «El corazón delator», o El tonel de amontillado», o «La caída de la casa Usher», o «Ligueia»… Preferí poner «todo Poe».
    Compartimos lecturas, compartimos idioma y generación, quizás. Globalización de la buena.
    Gracias por el comentario y saludos.

  30. De acuerdo y en compañía de buenos amigos: mejor.
    Saludos desde este pedazo de Polo Norte.

  31. Un millón de gracias. Tan pronto pase la resaca del cambio de horarios (seis horas) te visito.
    Enhorabuena por tu premio, gracias otra vez por el mío y saludos!

  32. Muchas gracias, son sensaciones compartidas, por suerte y para mi alegría.
    Dudé mucho en publicar esta entrada, me parecía demasiado personal y quizás aburrida. Estamos entre compañeros, otra cosa que agradecer a la vida.

  33. Gracias a tí, Yolanda.
    Hago lo que vi hacer de niño, vecinos, familiares y amigos compartíamos esa pasión. razón suficiente para seguir haciéndolo, es como abrirles los ojos a las siguientes generaciones. ya ellos ancontrarán su propio camino pero si podemos guiarlos les será más fácil, al menos eso creo…
    saludos y otra vez gracias.

  34. Pues para la próxima ya lo sabes: no dudes en compartir.
    No nos prives de ese privilegio, de poder leer lo que sientes por dentro…
    Abrazos.

  35. Gracias Demián, por el comentario y el abrazo.
    Hace muchos años Herman Hesse escribió un libro con tu nombre (seguro lo sabes) y me hizo pensar mucho.

  36. ¡Qué viaje más maravilloso Ernán! 🙂

  37. Qué regreso Ernán cuánta letra viva. Te extrañé!! Besote

  38. «La base de los clásicos» has dicho y me ha preocupado. ¿Qué es lo que leen nuestras nuevas generaciones? Mejor dicho, ¿LEEN? Esta reflexión me causa tristeza pero la lectura de tu entrada ha sido como siempre, muy gratificante. Gracias por compartirla. Bienvenido a nuestra controversial Suecia. Muchos abrazos, Luis

  39. Mi queridisimo Luis:
    Estoy todavía con el jetlag, como dicen los suecos. No quise cargar las tintas aquí con Iliadas, Odiseas, Biblias, Ramayanas, Popol Vuhs, Mahabaratas, Divinas comedias, Decamerones, Quijotes o Cantares del Mío Cid. Nuestra generación tuvo suerte de poder leer, ahora es más difícil con el excesivo consumismo y la pérdida de valores.
    De todos mis veinticuatro primos sólo cuatro leemos y eso que fuimos educados por las mismas personas. No sé si será cuestión de genes…
    Me conformo con que los jóvenes lean Dan Brown, Stephen King o Ken Follet. Algo es algo.
    Un abrazo y nos vemos por tu blog, que tanto me gusta.

  40. Ay Magelita mía! Yo extrañé mucho todo… cada vez quiero más a mi Suecia y a «Uropa».
    Te haré la visita cuando regrese del trabajo. Te extraño a tí y también a tus maravillosas recetas.
    Gracias y besotes!

  41. Mucho habrá que contar, Vero. ya lo haré a tiempo. Para empezar estuve más de dos semanas sin Internet o teléfono movil y no los necesité. Toda una hazaña! 🙂

  42. Este recorrido literario fue simplemente maravilloso, me ha tocado esa fibra de niño, dormida entre las capas y capas del adulto de hoy. Muchos de los personajes de esos libros me acompañan cuando divago y cuando de tratar decisiones se trata; cómo el Miguel Ángel, el Beethoven, el Bolivar o el Napoleón de las biografías de Emil Ludwig, Me siento plenamente identificado con todos esos universos que refieres, en especial cuando mencionas «Lo innombrable» de Lovecraft. Me recordó cuando lo leí de adolescente, no pude soltar esos relatos y traté de leer lo más despacio que podía, muchas veces de pie y agarrado del pasamanos del autobús. Muy agradecido por traerme tan bellos recuerdos.

  43. MB, deberían leer esta entrada en las escuelas. Emocionante. Gracias.

  44. Me ha encantado, la entrada, de principio a fin. .. Y esa sabia educación de los abuelos sobre el ejemplo de los verdaderos heroes…. Maravillosa, enhorabuena.

  45. Muchas gracias a tí, Enrique.
    No es falsa modestia, mas creo que no he hecho más que enumerar los libros que gustaban en mi generación de lectores sin televisor ni dinero para ir al cine. 🙂
    Sinceramente: quisiera saber escribir como tú, dándole ese sabor tan humano a cada anécdota y dejando que el lector mismo busque la moraleja. Y ser corto y conciso, que siempre es menester robarle menos tiempo a los que entran en nuestros blogs; pero aún no he aprendido a contener el derrame de palabras.
    Espero lograr eso y seguir siendo infeliz para tener historias que contar. 😉
    Un cálido saludo desde un pedazo de Polo Norte.

  46. Gracias Mónica. Mi abuela materna y mi abuelo paterno fueron dos personajes muy especiales, de los que no he escrito suficientemente. me gusta contar sus anécdotas, así los tengo cerca, a ellos y a sus enseñanzas.
    Saludos.

  47. Has dicho algo muy interesante: «cuando de tomar decisiones se trata». Alrededor de los veinte años intenté superar ciertos problemas y me sumergí en las biografías de personas a las que admiraba. Todos, sin excepción, habían luchado en contra de malas situaciones económicas, depresiones, problemas políticos y sociales, incomprensión y en algunos casos aislamiento. Lo habían superado a fuerza de sacrificios. En la caótica situación actual de desempleo, consumismo, imperialismo galopante, regreso a fundamentalismos y fanatismos, falta total de empatía por parte de los llamados «políticos» y decepción de la mayoría de la población, una buena biografía, de personajes que mencionas, es casi peligrosa para los que están en el poder.
    Lovecraft y Poe todavía me ponen el adolescente de guardia. En su género eran maestros, el miedo a lo desconocido es un sentimiento muy fuerte, que con los años va convirtiéndose en el recelo por lo conocido. De vez en cuando me parece sano asustarme como un jovencito inexperto, ellos y otros autores lo logran.
    Gracias, Álvaro. Creo que más que para hacer literatura, el propósito de un blog es usar este medio para comunicarse.
    Saludos del Polo Norte a Centroamérica.

  48. Qué bonito 🙂 Hace unos años viví algo parecido, me he emocionado. Entre mis clásicos estaban Machado, Gabo, Juan Ramón Jiménez, Neruda, Pío Baroja, Cela, Martín Santos, Benedetti… hasta El Quijote, la Celestina y el Mío Cid!! Pasando por Bordieu, Hobsbawn, Derrida, incluso Malinowski de mis años de universidad. Alguno firmado de escritores gallegos y cincuenta que ya ni recordaba. Te revuelve por dentro y te hace desear estar una y mil veces en ese pasado de descubrimientos y amores. Abrazos desde Galicia.

  49. Que bárbaro Ernán… lo tuyo es alto poder emocional! Lo que escribís es como estar allí! Y con los libros… lo que son las historias de libros de los que amamos leer. Enorme gusto seguirte!

  50. Tras leer esta entrada, me he acordado de Jaime Gil de Biedma: «Ahora que de casi todo hace más de veinte años».

  51. Me encantó la entrada, amigo. Es un brillante recorrido emocional por los libros de tu vida, cada uno recuerda experiencias que rodearon la lectura de «sus libros» (yo por ejemplo recuerdo leer «Crimen y castigo» en navidad mientras se me curaba un esguince, y ese libro marcó mi vida). Un placer leer, ¡un saludo desde España!

  52. Pues no me ha pasado nada interesante desde hace una semana, cuando me quedé varado en París, por la huelga de Air France… 🙂

  53. Y supongo que «Para matar a un ruiseñor» también la marcó. Buen gusto… Leer es dejarnos conducir por lugares que no conocemos, aún dentro de nosotros mismos.
    Muchas gracias, un placer recibirte en Después de la Media Rueda.

  54. Gracias, siempre fiel Liliana. Y eso que no conté sobre los libros que traje en mi primer viaje…

  55. Rocío:
    Te confieso que siento extrema debilidad por una escritora gallega, desde que leí su novela «La sangre» me quedé fascinado con ella: Elena Quiroga. Aquí le dedicaré un post, como a otros libros que considero injustamente ignorados.
    Gracias por visita y comentario. Saludos desde un pedacito de Polo Norte, soleado y lleno de colores otoñales.

  56. Cuando era un chiquillo que alegria…..la falta de papel sanitario hizo mella en muchas bibliotecas….-@

  57. Y la sigue haciendo. Tengo un amigo que casi lo matan pues trató de impedir que deshojaran las Obras Completas de Shakespeare y propuso limpiarse con el Capital: Lo botaron de su escuela…

  58. Ernán, cuánto me gusta y conmueve esta entrada; toda una vida a salvo de naufragios, gotas frías, goteras y goterones. Las estanterías de ikea se dignifican con ese pedazo de vida, y la bella Cuba con un costurón más. Cuídate los tuyos, que son del alma. Un beso

  59. Madame:
    Usted llena de poesía el ámbito y alivia el dolor de los costurones. Libros rescatados pasan a manos sin callos o encuentran nuevo hogar cerca del Polo Norte. Toda una travesía y un placer.
    Un abrazo de admirador, a las dos.

  60. Precioso blog, Sr. Dezá. Saludos desde (casi) Laponia.

  61. Un millón de gracias. Tack! Saludos desde Estocolmo.

  62. Me gusta mucho cómo el narrador utiliza la figura del libro como personaje protagonista desde su adolescencia. Muy bien narrado

  63. Muy bonitos tus recuerdos y por siempre vividos.

  64. Gracias Aureli, son cosas que se quedan en la memoria: libros, música, lugares, películas, amores, paseos y amigos.

  65. Muchas gracias Carmen. Los buenos libros inspiran…

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