Cristóbal Colón llevó los primeros ajíes a España en 1493. Allí los sembraron en el Monasterio de los Jerónimos de San Pedro de la Ñora y les llamaron pimientos. En náhuatl se llaman chiles, en húngaro paprika, locotes en Paraguay, chiltomates en Nicaragua, en taíno haxí y en italiano pepperoni. Con el chocolate, las patatas, los tomates, el maíz y los pavos, son algunas de las cosas que aportaron las tierras americanas al mundo, sin olvidar los habanos, las mulatonas, los mulatones y el son. Los mediterráneos retribuyeron nuestros aportes con el cultivo de las dictaduras, que se han aclimatado a la perfección en nuestro continente.
Huyendo de la revolución de Toussaint Louverture, miles de haitianos se asentaron en Santiago de Cuba, en tales cantidades que fundaron un barrio: El Tívoli. Algunos dicen que nos regalaron las raíces del son, las siembras del cacao y el café; y la receta del cubanísimo congrí (frijoles congos o colorados y riz francés).
Hoy les mostraré una forma muy haitiana de cocinar los mariscos: el enchilado. Muy parecido al shrimp creole de la Louisanna. En la isla usamos el verbo enchilar cuando salteamos mariscos con pimientos morrones, chiles dulces o ajíes. Otros dicen que el origen del plato es yucateco pero no quiero meterme en camisa de once varas. Ya habrá algún sabihondo que investigue, mientras nosotros comemos.
Ingredientes:
1 kilo de camarones con sus cascarones o gambas con sus carcasas.
1 litro de agua
1 cebolla grande
3 dientes de ajo
1 pimiento rojo
½ pimiento verde
1 pimiento morrón asado
6 cucharadas de aceite de oliva
½ taza de vino seco
½ taza de puré de tomate
½ cucharadita de pimentón en polvo
1 hoja de laurel
3 tomates troceados y pelados
Procedimiento:
Hervimos durante veinte minutos los camarones o gambas. Quitamos los cascarones, lo volvemos a echar al agua y reducimos el caldo con ellos hasta la mitad, se cuela y aparta. Lo usaremos para la salsa.
Hacemos el sofrito con la cebolla bien picada, los dientes de ajo machacados con alevosía y ensañamiento, y el aceite de oliva. Cuando la cebolla esté transparente añadimos los pimientos crudos troceados, los tomates, el puré, el polvo de pimentón, el caldo colado y la hoja de laurel. Algunos prefieren ponerle una pizca de comino molido, albahaca, y orégano. Otros: una ramita de perejil. Revolvemos y cocinamos a fuego lento veinte minutos, luego añadimos los camarones, el vino seco y la sal. Cocinamos todo no más de diez minutos, lo sacamos del fuego. Cortamos el pimiento morrón asado en tiras, se añade y se deja reposar todo antes de servir.
Ahora solo falta agradecerle a Cristóbal Colón su interés por los haxíes y meterle el tenedor al enchilado. Y que no falte el pan, para mojar en la salsa…
Como, recordando a Molière, el verdadero anfitrión es el que invita a comer, prefiero presentar los platos a la francesa, en una fuente grande. Para que los comensales se sientan en familia. El servicio a la americana o emplatado me resulta demasiado individualista y exquisito. Son esas cosas del subdesarrollo que guardo en el corazón.
Soy de los que creo que compartir la comida de la misma fuente le da mejor sabor, y nos une.
diciembre 7, 2014 en 2:09 am
Me encanta la presentación, la aportación histórica y la iniciativa culinaria. Me comprometo a seguir los pasos de la receta y ya te ofreceré mis resultados. Ah y cuantas cosas del subdesarrollo nunca deberíamos abandonar de nuestro día a día. La globalidad es un auténtico precocinado. Gracias. Abrazotes
diciembre 7, 2014 en 5:17 am
Mi querido Manolito:
Creo que desde que comencé a hacer Después de la Media Rueda no me había divertido tanto haciendo una entrada. Puse el trípode con mi Canon baratica frente a la sartén y filmé de vez en cuando, tratando de acallar las carcajadas de los demás. Al final se escuchan unos sonidos de troglodita, soy yo, masticando pan sobre el micrófono.
Te aseguro que no le había puesto los camarones al enchilado y ya algún invitado le había metido su hogaza de pan a la sartén delante de mi.
Estaba rodeado de esos amigos que han estado con uno en las buenas y las malas. Hemos llorado, cantado y bailado, esperado malas noticias, celebrado las buenas; juntos. Y celebrábamos veinte años de amistad anoche. Mejor celebración?
Los camarones enchilados quedaron deliciosos y el postre fue compartido de una mejor manera aún. Y el vino, desde el mediodía en el balcón para casi congelarlo, una maravilla.
Gracias a tí y abrazotes.
diciembre 7, 2014 en 6:18 am
He podido recrear los olores y sabores en cada paso y cada paso me devolvía a mi tierra, mi familia, mis amigos, a algún día en alguna playa de la infancia…
Felices aquellos que gracias a ti hemos recuperado este retazo de memoria afectiva y de identidad.
Y, finalmente, tremendo el momentazo del dios egipcio cruzando los brazos sobre un enchilado criollo.
Gracias por dejarnos mojar pan en tu salsa!
diciembre 7, 2014 en 7:48 am
Ay Luddita mía! Hemos compartido tantas cosas y la seguiremos compartiendo. Eres mi musa y lo sabes. Feliz yo por ser tu amigo desde hace tantísimos años.
Pues a mojar el pan en la salsa y a comer, que la mesa está servida. Por cierto, todavía no he lavado los platos… 🙂 Un abrazote!
diciembre 7, 2014 en 9:32 am
Gran entrada y con reflexión sodiofilosófica final.
diciembre 7, 2014 en 11:00 am
Compartamos pues, aunque sea virtualmente 🙂
diciembre 7, 2014 en 11:08 am
¡Esto hay que probarlo ya! Y con presentación a la francesa, como dices.
Un abrazo
diciembre 7, 2014 en 12:21 pm
He disfrutado con tu receta cuando aquí, en España, estamos a la hora del aperitivo. Me he pasado salivando y pensando en el pan mojado en el guiso todo el rato … Me tendré que conformar con unas cañas y unas tapas domingueras. Saludos Ernán.
diciembre 7, 2014 en 4:31 pm
Imagino impecable tu haitiana elaboración culinaria. En cuanto a aportes continentales y dictaduras fecundas, la única verdad es la realidad…
Un saludo afectuoso para ti desde Argentina.
diciembre 7, 2014 en 6:47 pm
Pero ese rebañao es el mejor punto final mmm qué rico. Yo le pongo unas gotitas de tabasco a lo míos para rematar, ayy mamá. Un abrazote
diciembre 7, 2014 en 7:35 pm
No conocía la receta. Prometedora. Seguro que haré el plato un día de estos, presentado a «la francesa». En mi casa siempre lo hemos hecho así. Afectuosos saludos, amigo.
diciembre 7, 2014 en 7:56 pm
Te juro que lo pruebo. Umm qué ganas tengo. Y el aliño histórico-sociológico, auténtico ejercicio de hermanamiento, no tiene desperdicio. Gracias.
diciembre 8, 2014 en 6:21 am
Muchas gracias, José Antonio. En el Caribe reforzamos el uso de especias, matando un poco el sabor de carnes y mariscos. Si hacemos bien estos camarones o gambas, no pierden el sabor y la salsa sigue estando deliciosa.
Saludos calurosos desde el Polo Norte.
diciembre 8, 2014 en 6:23 am
Acompañado con alguna interpretación de Xavier Cugat sabría mejor. 🙂 Un gustazo tenerte por aquí.
Gracias y saludos.
diciembre 8, 2014 en 6:29 am
Magelita linda:
Te echaba mucho de menos, sé que tienes trabajo nuevo y eso me alegra.
Aquí le pusimos individualmente sambal oelek extra picante. Es que somos ya muy mayores y no todos toleran el picante. 🙂
Esta es una receta que casi todo el mundo prepara de una manera distinta pero con los mismos ingredientes. El secreto está en que sobre salsa para el rebañao… 🙂
Otro abrazote.
diciembre 8, 2014 en 6:32 am
Bella: La única verdad es la realidad… 🙂 Antológico, como tus crónicas de viaje.
Muchas gracias y espero seguir viajando contigo.
diciembre 8, 2014 en 6:39 am
Solo tenemos una diferencia de hora pero en Suecia se almuerza a las 11am y se cena a las 6pm, a las 9pm a dormir. No hay mucha vida nocturna en Estocolmo, a no ser los viernes y sábados. Llevo veinte años aquí y todavía me sorprende ver los restorantes llenos tan temprano. Cosas de vikingos, define un amigo mío.
Como en nuestra amistad no puede faltar la música, te dejo con el Grupo Irakere, pura cubanía. Por cierto el cantante, Oscarito y Chucho, el pianista y director, son hijos de Bebo Valdés.
diciembre 8, 2014 en 6:48 am
Tener un aspirante a loco por aquí es un honor. Gracias, a compartir camarones enchilados y más abrazos.
diciembre 8, 2014 en 6:50 am
Si Rocío, la comida compartida… Tengo un amigo que dice que los amores pueden ser cosa de uno solo, pero las amistades y las comidas son cosa de dos o más. Si no no valen la pena ni ser mencionadas…
Muchas gracias y saludos desde el Polo Norte.
diciembre 8, 2014 en 6:54 am
Josep:
Sodiofilosófica funciona perfecto, que si fuera política… No recuerdo ningún político en la historia que quisiera compartir con los pobres, que no haya terminado guillotinando a sus rivales, enviando diferentes a campos de concentración o quedándose con todo lo que no es suyo. Seamos sodiofilosóficos y nada más. 🙂
Gracias y por ahí nos vemos.
diciembre 8, 2014 en 3:17 pm
¿Y en el Polo Norte puedes conseguir todos los ingredientes?
diciembre 8, 2014 en 6:02 pm
¡Qué ganas, pero qué ganas de cocinarlo ahora mismo me han dado!
Los camarones, los mariscos en sentido general, madre mía, son mi debilidad.
diciembre 8, 2014 en 6:10 pm
Entran ganas de ponerse con los cubiertos.
diciembre 8, 2014 en 7:06 pm
¡Gracias! Al fin una receta que puedo entender con productos que puedo conseguir.
Lo siento, yo soy tipo perro, si meten la mano en mi plato puedo morder.
diciembre 8, 2014 en 7:09 pm
Reblogueó esto en Ultimate Wanker Press.
diciembre 8, 2014 en 8:59 pm
Claro, Herreiere. 🙂 Todo viene congelado o geneticamente manipulado para que aguante el viaje. Además que no vivo exactamente en el Polo Norte, sino a una horas en tren del Círculo Polar Ártico. 🙂
Pero decir «saludos desde unos kilómetros más al sur del Polo Norte,» no suena muy bien…
diciembre 8, 2014 en 9:07 pm
Son también la mía. Creo que es lo que más me gusta comer, productos del mar en general… La próxima será con calamares.
Saludos!
diciembre 8, 2014 en 9:09 pm
Es bueno saber eso.
Voy a intentar la receta muy pronto.
Gracias.
diciembre 8, 2014 en 9:10 pm
Pues invitado estás… 🙂 Si sobró hasta vino blanco…
diciembre 8, 2014 en 9:14 pm
Por nada, ojalá que te guste.
Y gracias por la visita, te serviré en un plato aparte y en una mesa aparte, no te preocupes…
diciembre 8, 2014 en 9:15 pm
Con calamares nunca lo he comido, lo tendré en cuenta!
diciembre 8, 2014 en 10:07 pm
¡Qué buena pinta…! Tendremos que probarlos algún día.
Un abrazo
diciembre 8, 2014 en 11:13 pm
Me ha encantado. Historia en la comida, comida en la historia.
Acabo de hacer con mis alumnos un trabajo sobre la comida en la literatura. Les voy a enseñar tu receta 😉
diciembre 9, 2014 en 3:47 am
Un millón de gracias por el comentario, Profe, alienta, en estos momentos de grisura escandinava. Imagínate que el pasado noviembre se rompió el récord de oscuridad por aquí: cinco horas de sol en todo el mes. Ustedes y sus comentarios traen luz a Después de la Media Rueda.
diciembre 9, 2014 en 3:55 am
Gracias, Juan Ignacio. Me gustaría cocinarlos en una olla gigante y compartirlo con todos. Sería un gran fiestón y después: Que le pongan salsa! Con permiso de los hermanos puertoriqueños…
diciembre 9, 2014 en 1:58 pm
Madre mía…pero no te creas que aquí estamos mucho mejor. Más sol sin duda, pero también un par de inundaciones…vaya…
Bueno, nos cocinaremos una enchilada para levantar el ánimo 😉
Un abrazo
diciembre 9, 2014 en 6:15 pm
Qué bien suena, Ernán. Me voy a poner a experimentar un poco con esta receta. Pero por si no me sale bien, cuento con que me invites, jaja.
diciembre 10, 2014 en 5:38 am
Gracias, Eduardo. Claro que estás invitado, música de todo tipo no faltará…
Saludos y me voy corriendo al trabajo.
diciembre 10, 2014 en 2:52 pm
qué versatilidad, música, prosa y gastronomía, un triple placer leer tu blog, gracias!
diciembre 10, 2014 en 5:30 pm
Me pregunto yo si la enchilada tendrá la entidad justa para ser uno de los platos de la Nochebuena. LO digo porque se me presentarán mis cuñadas y cuñados a la cena, y no queriendo quedar mal, me aterra que no les gustase, pero, por otro lado, me fastidiaría mucho que se relamieran de gusto, pues cuñados son y el diablo se los lleve, así que pretendo con la enchilada el término medio. Creo que haré un ensayo para prevenirme. Ya te contaré.
Saludos
diciembre 10, 2014 en 8:02 pm
Mas o menos asi lo he comido muchas veces. Lo que pasa es que mi mujer se dedica a regarlo con cebolla. Toda la del mundo y al final todo sabe a cebolla y ajo. En fin, la cebolla para vosotros parece ser indispensable. Cuidate
diciembre 11, 2014 en 6:49 am
Yo no los recomedaría, llevan mucho tiempo de elaboración. Mi primera nochebuena en Suecia fue con una familia chilena, después la he celebrado con suecos, cubanos, griegos e italianos. Me he percatado que en todos los casos se preparan muchos platos durante el día, para que cuando lleguen los invitados se hornee y se den los toques finales, mientras uno comparte con los presentes. Quizás sea por eso que un asado es lo más tradicional en medio mundo cristiano.
Regresaré antes de navidad para contar como se celebra en Suecia y quizás con alguna receta más sencilla… Suerte con cuñados y cuñadas.:-) Gracias y saludos!
diciembre 11, 2014 en 6:58 am
La cebolla, el ajo, el ají y el tomate, constituyen la base de la comida en Cuba.
En Tailandia es la galanga y la leche de coco; en la India sin curry no se calienta un caldero y supongo que los inuit le echen algo diferente a la grasa de foca para poder tragársela. 🙂 Aquí en Suecia se sazona con hojas de enebro, corteza de abedul y salsa de arándanos…
Cosas de la geografía, me atrevo a adivinar.
diciembre 11, 2014 en 7:00 am
Un millón de gracias a tí, Yolanda.
Es que he andado por la vida siendo aprendiz de todo y maestro de nada… 🙂
enero 31, 2015 en 10:27 pm
Muy bueno amigo eso me sirve para mi Restaurante @TioChonPalapa saludos