DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA

Bitácora nostálgica, de un cubano que vive hace más de dos décadas en Suecia


22 comentarios

Una canción para borrachos

Total, es un cobarde… — La frase me salió del alma. Con ella interrumpí Quiéreme mucho, el bolero que cantaba. Unos cuantos amigos nos habíamos reunido y descargábamos juntos, en la sala de la casa de mis padres en Cuba.

A mí no me haces cuentos… Habrán pasado cuarenta años pero todavía estás enamorado de la misma gente. Los haya separado lo que los haya separado.

Me soltó mi acompañante en la guitarra, alguien que cree que cuando nos embriagamos, saltamos los obstáculos que nos impone la sociedad; nos quitamos las máscaras y nos comportamos como payasos, actores trágicos o chiquillos pendencieros.

Hasta la generación que siguió a la mía, los ebrios de Cuba terminaban siempre por cantar Lagrimas negras de Miguel Matamoros o Quiéreme mucho, con música de Gonzalo Roig y versos de Ramón Gollury y Agustín Rodríguez. Aunque yo no había bebido la había comenzado a interpretar. Quizás me enajenaban los sentimientos.

Sea un cobarde o no «tu adorado tormento«, te hacen falta unos cuantos tragos de ron para descargar lo que sientes. Es malo guardarlo…

Detuve la mano que me iba a servir el alcohol. No hacía falta. El tiempo le quita los disfraces al despecho.

Totalmente sobrio, canté la canción de los borrachos. Entera y sin desafinar.