En Latinoamérica sólo los cubanos han compuesto zarzuelas. Un poco distintas a las originales, dándole un toque de sabor a tabaco y ron, a caña de azúcar y a salitre del Mar Caribe.
Algunas como «Cecilia Valdés« de Gonzalo Roig y «María la O« de Ernesto Lecuona, han traspasado la popularidad de los escenarios. Tradición criolla con raíces hispanas, que ha llenado teatros como el Martí, ahora reabierto después de cuarenta años de espera.
Los que han pasado la media rueda en Cuba solían cantar la salida de «Cecilia Valdés« bajo la ducha, fingiendo voz de soprano o falseteando en alguna fiesta. O ponerse una chancleta de palo para bailar La chancletera de «María la O«. La mayoría de los habaneros mediaruederos hemos rumbeado al ritmo de «Amalia Batista, Amalia Mayombe, que tiene esa negra que amarra a los hombres« de Rodrigo Prats
Volveré a estas zarzuelas del siglo pasado con alguna anécdota picante. Es inevitable, crecí escuchándolas y disfrutándolas.