DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA

Bitácora nostálgica, de un cubano que vive hace más de dos décadas en Suecia


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Buenos días, indecisión

Buenos días Hamlet. Verte día a día me da derecho a ponerte nombre. Quisiera tener el valor de llegar a tus dominios y decirte que me apena tu vida entre dos lineas del tren, una que va y otra que viene. Allí habitas, desde una mañana en que tu dueño te dejó atrás. Nunca volvió a buscarte. En ese lugar te quedaste, aún cachorro, esperando y pensando en cuál de las dos direcciones viajar, para reiniciar tu vida de mascota. Te hiciste adulto dudando, segundo por segundo, más Hamlet que el mismo Hamlet, enraizado en la incertidumbre de viajar o no viajar.

Supe que alguien te tuvo lástima y arriesgó el pellejo poniéndote un techo encima. Un Elsinor que parece una casita lila, cálida, acogedora. Desde allí observas a la gente ir y venir. Viviendo sus propias vidas, sin extrañarse ante lo incongruente de tu presencia en un paisaje de rieles y gravilla.

Te aconsejo que tomes el primer tren que pase. No importa saber adónde lleva. Un rumbo se enlaza con otro, las letras de un cartel con un destino se despintan, otras se hacen fuertes. Te miro con tristeza, mientras mi vagón se aleja de la estación. El titubeo hace tiempo te convirtió en un perro de cerámica, solo entre dos caminos, hasta que los años te rompan en pedacitos.


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Estacionamiento para OVNIs

Fui a comprar café, para aliviar la resaca de la noche anterior. En la plaza me sorprendió un letrero en sueco, pintado en el suelo:

Estacionamiento Gratis

para O.V.N.I.s

durante 4 horas terrestres

Nadie se detenía a mirarlo. Pensé que estaba aún borracho y sufría de espejismos alcohólicos. Todo es posible.

De repente se me llenó la cabeza de ideas. Debía aprovechar la oportunidad por si algún extraterreste entendía el idioma y decidía aterrizar. Regresé a casita corriendo. Escribí esta carta, la metí en un sobre y fui a dejarla junto a las letras.

Señores de otras galaxias:

Si su intención es conquistar la Tierra y apropiarse de sus recursos, no pierdan el tiempo. Ya los ricos y los políticos han dejado el globo terráqueo pelado. Busquen un planeta con gente  que lo haya cuidado, este no es el caso. Pronto no tendremos más que agua salada por todas partes, una atmósfera irrespirable y más muertos que cucarachas. No se les ocurra aterrizar, que se contagiarán de alguna enfermedad rara o querrán comprar el último modelo de televisor extraplano o un abridor de latas eléctrico.

Atentamente:

Un terrícola que necesita transporte intergaláctico urgente. Mientras más lejos mejor. Me da lo mismo ser súbdito de Darth Vader que del emperador Ming, convivir con gremlings secos o ewoks amistosos, que adelgazar corriendo delante de critters, aliens o fundamentalistas religiosos.

P.D. Tendrán que conformarse con mi agradecimiento, pues le debo al banco más de cincuenta años de sueldos enteros después de mi muerte, en caso de que llegara a centenario.

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De brujas y burbujas.

fuente hagsätra

Tenemos días de sol y calor. Voy a comprar limones, para hacer un daiquirí al de los arrumacos y refrescarnos en el balcón, escuchando a Barbra Streisand. Al salir del mercado noto que alguien ha dejado caer en la fuente de la entrada algún tipo de detergente.
Saco el teléfono del bolsillo. Una de esas señoras mayores, muy rubias, con ojos muy azules y que parecen tener el don de la ubicuidad, lo advierte y me suelta:
—No hace falta que llames a la policía, ya lo hice.
—¿Policía? Sólo voy a tomar una foto. —Sonreí.
—¿Te parece divertido? Claro, eres como esos que maltrataron el agua.
—Un poco de espuma no le hará daño a la fuente. Se ve diferente, es como si la espumita le diera el volumen que no tiene. Y me parece hasta más alegre.
—No me sorprende tu opinión. Gentuza como tú es la que ha destruido este país.
Vuelvo a sonreír, nada difícil en mí.
—¿Me haría el favor de apartarse un poco? —Le digo moviendo el cuello y la cabeza a un lado, como la integrante de un trío de la Motown.— Es para poder hacer la foto.
—¡Ustedes no hacen más que molestar!
Mientras fotografío lo que ha causado mi buen estado de ánimo, se le acercan dos señoras más. Comentan en voz baja, mirándome. Las narices tan altas como si hubieran olido un peo.
—Seguro que le enviarás las fotos a tus familiares del desierto de Sahara.
Vuelve a atacar la tante, como mis buenos amigos suecos llaman a personas como ella, usando la palabra tía en francés para burlarse. Le doy la espalda sin responder, no sin antes mirar otra vez al surtidor. Las burbujas aumentan, sin enterarse del disgusto de las tres damas. Ya están desbordando los límites de la fontana. Me pregunto que pasaría si llegaran a mojar los zapatos grises, negros o pardos de tan airadas expectadoras.
Un rato después, el de los arrumacos y yo nos sentamos en el balcón, gozando del daiquirí. Comentamos el avance de los partidos de la ultraderecha y la ultraizquierda en Europa. Nada sorprendente…