Era 1954, tía Nena vio el Objeto Volante No Identificado, se asustó muchísimo y salió corriendo a comprar provisiones para esconderse, con toda la familia. Llamó por teléfono a Cruces para que mis padres, recién casados, hicieran lo mismo. Los marcianos estaban a sólo unas cuadras de casa. La gente se aterrorizó.
¿Seríamos atacados por los hombrecitos verdes?
¿Venían a robar caña de azúcar para dar energía a sus naves?
¿Vendrían a violar mulatonas cubanas para crear una nueva especie de extraterrestes con amplias caderas, que pudieran bailar el cha cha cha haciendo fértil algún árido planeta?
Las expectativas fueron muchas y la noticia se regó en segundos por Radio Bemba, el boca a boca del cubano, sin antenas ni ondas hertz.
Creció la bola de nieve y se reunieron cientos de curiosos en el lugar.
El final quedó en la leyenda y en un delicioso cha cha cha que todavía se baila.