DESPUÉS DE LA MEDIA RUEDA

Bitácora nostálgica, de un cubano que vive hace más de dos décadas en Suecia

Pérez Prado y el mambo.

10 comentarios

 

Este chaparrito con cara de foca, como lo llamaba su amigo Beny Moré, nunca fue profeta en su tierra. México lo aceptó en 1948, con sus arreglos a lo Stan Kenton en la maleta, los mismos que habían rechazado en su Cuba natal, por estridentes y diferentes. La gran Ninón Sevilla, espléndida dentro y fuera de la pantalla, lo tuvo viviendo en su casa hasta que el pianista triunfó. El matancero Dámaso no inventó el mambo como algunos suponen, pero sí lo internacionalizó.

Crecí escuchando un disco de 45 rpm, por un lado «Mambo, que rico el mambo« y por el otro «Mambo núm. 5«. Sin embargo la mambomanía me llegó desde pequeño con «Papa loves mambo» cantada por Perry Como, más refinada y lenta. Ver a mi hermana bailándola no tenía comparación. Escucho la grabación a veces y la recuerdo.

El mérito de Dámaso Pérez Prado es innegable. El chiste era que contrataba a alguien para que le provocara gritar el famoso ¡Uh!, metiéndole el dedo en… Imaginen donde, si son mal pensados: acertarán.

 

Autor: ernán dezá

Me las doy de aprendiz de curioso con ambición de croniquista. Ya voy viviendo mi sexta década, parte en Cuba, parte en Suecia. Tengo algunas cosas que contar y otras que mejor no cuento.

10 pensamientos en “Pérez Prado y el mambo.

  1. Para mí el más rico de los ritmos, me encanta y me es imposible no mover el esqueleto cada vez que escucho uno. Este señor tiene todas mis palmas y mis votos… mambo number five uhh
    Ya estaba preguntándome cuándo lo ibas a incluir en tus paseos musicales. Un abrazo.

  2. Me demoré pues estaba dudando en qué poner de él. Todos sus mambos me gustan… Aparte de que verlo bailar me llama mucho la atención, parece que se le va a desprender un hombro o una pierna. Parecía una especie de muñecón de carnaval dirigiendo su orquesta, pero era genial.
    Me alegra que te guste. Un quiero grande y un regalito!

  3. Gracias Manolito, me encanta ir de paseo con ese gorrión de asfalto tuyo. Saludos!

  4. Se me ocurren dos preguntas retóricas ¿Qué sería de Cuba sin el mambo? ¿Y qué sería del mambo sin el rey Pérez Prado? Gracias, como siempre, por traernos lo mejor de la música cubana.

  5. Esto si lo conocemos más, Ernán 🙂 Lo que si nos sigue sorprendiendo, y cada día que pasa de ese diario tuyo tan particular más, es esta prosa tuya tan cálida, que reconforta hasta al pingüino más frío… Un abrazo!

  6. Apretaste amigo Eduardo! La respuesta se merece un post bien explicativo. En Barcelona, hace unos años, un amigo catalán a quién quiero mucho, hizo una pregunta parecida a la salida del excelente musical cubano «Bésame mucho» y tomó horas responderle.
    No soy musicólogo, ni siquiera sé tocar instrumento alguno. Creo que gracias a Pérez Prado se reintrodujeron los vientos metales a la orquesta cubana. Su empaste con la percusión afrocubana y las cuerdas europeas produjo el sonido de la Banda Gigante de Beny Moré, quién cantó en la orquesta de Dámaso en México.
    La cosa se complica, pues otros formatos anteriores de orquestas cubanas como los Hermanos Palau o la Riverside, también parecían bandas de swing, pero más pequeños de los que usaba Pérez Prado.
    Su calidad de arreglista de swing, sus descargas de jazz al piano y la suerte lo ayudaron a divulgar nuestra música en EUA y en el mundo entero. Hasta Hollywood hizo un film con su música: «Mambo» en 1954. Su versión en cha cha cha de «Cerezo rosa» fue número uno varios meses. Es uno de los poquísimos cubanos con estrella en el Hollywood Hall of Fame.
    Ya contaré esto de manera mejor.
    Un abrazo y gracias por la pregunta. Interesantísima.

  7. Gracias don Felicius! Acabo de regresar de Londres, donde pasé una pascua deliciosa, atiborrándome de Rembrandts, esos Turner que tanto te gustan, musicales y «fish and chips». Unas vacaciones que me hacían mucha falta.
    Regresé con las maracas cargadas de semillas nuevas, a sonarlas ahora.
    Un abrazo.

  8. Con el mambo de Pérez Prado, me pasa como con el Hockey Hielo o el McDonalds, demasiado rápido para que lo disfrute. Perdón por poner la nota discordante. por cierto si le pusiste semillas a la maraca, felicidades y chacu chacu chucu chacu cha… (me permití un guiño al Cheo que se nos fue).

  9. Muy estimado amigo Ángel:
    Cuando escribo estos pequeños post, trato de ser objetivo aunque no lo parezca. Cuesta muchísimo esfuerzo pero no quiero presionar al lector con mis opiniones.
    Aunque lo fueras, entendería tus gustos, mas no creo que seas la nota discordante. Por algo Pérez Prado se hizo famoso primero fuera de la isla donde nació. La sensualidad voluptuosa de un danzonete, un son, un cha cha cha o incluso una rumba, no la veo presente en los mambos del gran Dámaso. Es buena música, empero con un regustillo demasiado norteamericano para la mayoría de los músicos criollos de su época. Eso fue lo que la hizo obtener una mayor divulgación internacional, pero incluso los cantantes extranjeros que hicieron mambos, como Dean Martin, Rosemary Clooney, Doris Day, Barry Manilow etc, lo edulcoraron, dilatando el ritmo, igualmente sincopado. Haciéndolo más fiel al mambo que se tocaba entonces en la isla. Es cuestión de gustos, como todo. Disfruto al escuchar los mambos de Pérez Prado, no al bailarlos. Sin embargo la coda de «El ratón» cantada por ese grande Cheo Feliciano a quién sigo admirando, es un son montuno mambeado en toda regla, pecaminoso y lento. Échale semilla a las maracas pa’ que suenen, Cheo, behind de tu house o dónde estés…

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